29 agosto 2006

Lenguaje



Una noche oscura, un relámpago de realidad se encendió en el interior del lenguaje y ese recuerdo quiso por siempre permanecer vigente dentro de sus entrañas. Pero los recuerdos se desgastan, y el olvido termina por reconstruirlos en un último y desesperado intento, queriendo sentirse junto a esa imagen casi mística que alguna vez contempló. Así conserva, el lenguaje, cierta nostalgia intrínseca y casi imperceptible. Y decimos “casi” porque la literatura, luego de haberse obsesionado con hacer de esa nostalgia la forma de su vida, una mano, la del autor, encendió con un relámpago desafiante, una grieta extática por donde penetrar y contemplar su hermoso reflejo en el fondo, Narciso en un delirio, como San Juan diciendo: «Entréme donde no supe/ y quedéme no sabiendo, / toda ciencia trascendiendo.»[1]



[1] San Juan de la Cruz, Obras escogidas. Madrid: Espasa- Calpe, 1969: 33.

1 comentario:

Debora Espinoza Romero dijo...

gracias por el comentario...=) tu blog esta chevere...