Cuánto nos emblemas,
bella, tú, receta de pequeñísimo acaricio,
cuánta sorna se alienta entre tus dedos
de madre sueña y labios sinceros.
Qué boca tan desnuda
bajo trenzas inhóspitas temperas.
A cambio,
yo cumplo consciente con tu misa
de ligera destreza musical.
Sinfónica, extrema y sentida
te labias pastela, dulce, droga,
y cuando ruido tus cabellos
nos comprendo,
y en tus ojos
un idioma nos onírica de poros.
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